martes, 28 de junio de 2011

Milanesa, primer encuentro

teníamos 6 años y jugábamos a la pelota en la calle. En esa época todos los chicos jugábamos en la calle y a cualquier hora, sobre todo a la hora de la siesta de los abuelos.
Eran alrededor de las 3 de la tarde y hacía rato que, habiendo almorzado, estábamos jugando y, que se venga a decir: todos íbamos a la escuela a la mañana así que ni la Educastración podía separarnos del juego en grupo de la media tarde. Felicidad!
Escondidas, fútbol, experimentos con bichos raros, bolitas... cualquiera que se nos ocurriera jugar.
Esa tarde de primavera casi verano, semanas antes de la navidad, estábamos jugando a la pelota en la calle y al grito de "autoooooo!!!!!!!!" rajamos todos a la vereda. El auto nos hizo mierda uno de los pedazos de ladrillo que hacía el trabajo de palo del arco y a buscar uno nuevo en lo del viejo Matías que estaba construyendo. Después de poner el ladrillo y de dejar el campo de juego nuevamente en condiciones, empezamos a  discutir a ver cuanto íbamos, de si íbamos 6 a 3, o 6 a 5, o empatados. Decidimos que ya no era momento de seguir jugando al fútbol y nos fuimos a llenar bombuchas para tirarle en cuanto salieran, a las chicas que siempre nos rompían las pelotas queriendo pasar el rato con nosotros. A la vuelta, y con varios baldes con agua y llenos de bombuchas con soda para que pique más, lo vimos llegar. La soda se la sacábamos del almacén a mi Abuelo. Hey Abuelo! era por una causa justa... Decía, lo vimos llegar.
Era un distinto y se le notaba a la distancia. Un vago parecía, y de hecho lo era pero no como todos, y nunca supimos después el porqué de su ser diferente pero lo era y no se discutía. Lo habíamos visto doblar la esquina y venir en nuestra dirección. Paró a unos 30 metros nuestro, dejó su bolsa de arpillera de tamaño mediano, se puso a revisar una bolsa de basura que había sacado con sobras de comida la Mamá de Bruno que en ese momento no estaba con nosotros, sacó una milanesa y se la comió sentado en el cordón de la vereda. A los pocos minutos sacó un pedazo de otra y algo de ensalada y un pedazo de pan. Comió todo muy tranquilo el nuevo extraño sentadito en el cordón de la vereda y ante la mirada curiosa de nosotros que poco sabíamos acerca de como disimular. Ni silbar bien podíamos. El murmullo curioso de un par de pibes a mitad de un cuadra vacía de diciembre a media tarde crecía e iba llegando al visitante. Nos miraba de reojo y cada tanto como avisando que no quería nada de nosotros y esa mirada también pretendía que nosotros nada esperáramos de él. El tipo era de estatura mediana, el pelo largo y en una sola rasta, la barba larga pero no tanto, sucio o morocho casi negro, le cubría el cuerpo una campera color verde militar con un tajo en la espalda que caía desde el centro de los omóplatos hasta la zona media lumbar, llevaba unos pantalones pescadores o que le quedaban exageradamente cortos y se parecían mucho a bombachas de campo, y ojotas. Llamaba la atención muchísimo que el tipo cargara con una tranquilidad que nosotros no conocíamos, el agarrar la comida con las manos y morderla muy de a poco como si quisiera masticar bien para poder tener una buena digestión, los movimientos lentos y bien estudiados, el tirarse a tomar solcito luego de comer, recostado en la vereda y con el culo todavía apoyado en el cordón. Las piernas en la calle. Las manos cruzadas debajo de la nuca y la sonrisa. Esa sonrisa creo que ninguno podría olvidarla. Y digo que ninguno podría olvidarla porque además de haber observado todo, en ese momento nos miró él de lleno y nos sonrió a nosotros, con la boca llena de satisfacción, con la panza llena, con la mirada a la que le vuelve el alma después del desamor o de la falta de comida en este caso. El tipo estuvo un buen rato recostado y nosotros sentados en la vereda de la casa de Damián, primo de Manuel, a mitad de la cuadra, todo el tiempo preguntándonos que quién sería ese personaje que no podíamos parar de mirar y del que ya no podríamos olvidarnos en nuestra puta y larga vida, como una maldición.
Resulta que el tipo en un momento se incorporó y volvió a estar sentado en el cordón. Miró para la esquina por la que lo vimos venir, y después miró hacia la esquina por la que debería seguir si no quería volver atrás. Se levantó, levantó también su bolsa de arpillera inclinándose un poco hacia la izquierda, se la colgó en los hombros, y echó a caminar hacia donde nos encontrábamos nosotros.
Lo veíamos venir, no podíamos dejar de hacerlo, y al pasar por la calle a la altura en la que estábamos nosotros se paró y nos miró unos segundos. Tenía los ojos más oscuros y profundos que jamás vi de nuevo, la barba crecida en la medida justa le formaba garabatos indescifrables por toda la cara, debajo de la campera verde militar no llevaba nada. Dió media vuelta la cabeza y siguió su camino o al menos eso creyó o no, no sé, nunca lo vamos a saber... creo que en realidad el sabía, creo que el tipo siempre supo todo. El tema es que en cuanto dejó de mirarnos y al cuarto o quinto paso, Gabi en un acto impulsivo se paró y gritó "MILANEEEEEEESSSSSSSAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!" y le tiró una bombucha con soda. Y le pegó en el pie derecho. 
Hubo un segundo, pero solo un segundo en el que el resto de los pibes lo miramos aterrados, y al segundo número dos, todos agarramos bombuchas de los baldes que teníamos preparados para las muchachitas, y empezamos a darle sin piedad al hombre de la bolsa. El tipo se cubrió, como si fuera a recibir con miedo y angustia cinturonazos de algún padre perdido, mientras nosotros que teníamos una gran cantidad de municiones le dábamos sin asco.
No sé bien en qué momento y en esos actos tan repentinos como del que Gabi había sido protagonista unos momentos antes, el vago se lanzó sobre nosotros. Corrimos en todas las direcciones, los ojos negros desorbitados de aquel personaje no podían focalizar a quién atrapar y nosotros que no nos escápabamos, solo lo esquivábamos para mantenerlo a una distancia moderada. Se paró a mitad de la calle que todavía llevaba solo como actores a quienes participaron de este encuentro. Ni secundarios había, ni un auto, ni siquiera Titi mirando por la ventana como solía hacerlo. Nada. Nos miró a cada uno, en silencio, y se tiró a correr a Ariel. Nos cagó, pensé yo. Y lo corrió. Y lo atrapó de los brazos y por detrás y en un solo movimiento lo dió vuelta para quedar de frente y le hecho en la cara a boca abierta y ojos para afuera la frase más inentendible que nunca escuché. El timbre de la voz se fué transformando de intenso a grave y de nuevo a intenso y al final a furioso y descontrolado. Lo apretaba fuerte de los brazos y no lo dejaba ir. Ariel lloraba y nos miraba, y lo miraba y el tipo lo soltó. Se dió media vuelta y empezó a caminar por donde iba. Paró a unos metros solo para levantar su bolsa y caminó unos diez metros más y hasta que Gabi volvió a gritar "MILANEEEEEEESSSSSSSAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!! y le volvió a tirar una bombucha con soda, y todos corrimos a tomar cuantas bombuchas quedaran para azotarlo. Y volvió a corrernos pero esta vez todos juntos salimos rajando para la dirección contraria hasta salir del barrio y un par de cuadras más. Corrimos unas cuatro o cinco cuadras con la risa que da el peligro dibujada en la cara y cuando estuvimos seguros de que ya no nos perseguía volvimos caminando para la cuadra.
Nos había robado un balde el hijo de puta.
Milanesa, de ahora en más ese era su nombre, nos había robado un balde.

5 comentarios:

  1. Que bien pintaste esa época en la que el tiempo duraba tanto que la hora de las siestas y los juegos eran interminables.
    Gracias por transportarme :)
    Ahh casi me olvido! vaquita se te "ssssstraña" en el tuister!!!!!

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  2. jajjajajajajjajajajajajja aunque no lo creas todavia milanesa tiene bolsas en sus manos, barba,y pasa por aca a la hora de la siesta jajajjajajaj me hiciste reir.... ah recien me entero que ustedes le pusieron asi...

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  3. Sentarse a leer un post tuyo es tomarte 10 minutos y transportarte a momentos, lugares, gente, olores, travesuras que resultan ser inolvidables. Y se me pasan por la cabeza esas imagenes y de alguna forma me da pena que se haya perdido.
    Y me acuerdo de mis vecinos, de mis amigos, los cumpleaños, los carnavales improvisados y... vuelvo aca.
    Todo eso en un par de minutos.
    Gracias por dejarnos leerte. Siempre genial

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  4. MILAN to NICE...BERLUSCONI MUST ANSWER TO JUDGES.

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  5. Seguime que también cuento lo que quiero contar! besos...

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